Por Edgar Molina
Las redes sociales son, para usuarios como usted o como yo, un medio de comunicación para enterarnos rápido de los acontecimientos de un rubro específico, o bien, para saber qué situación es la que mueve a nuestra comunidad. Cualquiera que tenga acceso a las redes sociales lo hace. Desde Juan –el de la tienda-, que tiene Internet gracias al wifi del establecimiento, hasta una personalidad que no necesita estar levantando su móvil por los aires para captar señal de Internet –a diferencia de nosotros.
Sin embrago, existen entes obsesionados con la medición de impacto, alcance de publicación, crecimiento de comunidades, engagement, coyunturas, etcétera (sí, también me incluyo en este grupo) que están (estamos) pendientes de lo que hacen las figuras “influenciadoras” de diferentes ámbitos: culturales, políticos, económicos, religiosos y hasta de la farándula. Es tal esta obsesión que no falta (faltamos, insisto) él o los enfermos que detectan ciertas particularidades que hacen brincar una serie de preguntas cuestionando el accionar y la moral de grupos sociales o de toda la población que nuestro alcance permita.
Y toda esta palabrería que suena a conclusión, realmente es la introducción a lo que atañe esta verborrea: el impacto que causaron diferentes personajes con su primer tuit, el alcance que tuvo y qué estratos fueron los que mayormente interactuaron con dicha publicación. Tomo como referencias tres personajes que según el imaginario social son icónicas dentro de los rubros político, religioso y social, me refiero a la Reina Isabel II, el Papa Francisco y el tan llorado y casi canonizado Roberto Gómez Bolaños.
Comenzaré con el último mencionado debido a que apareció en Twitter antes que los otros dos personajes, ya que su primer tuit data del 2011 y sinceramente es una de las publicaciones que mejor call to action contiene, testigo de ello son los más de 32 mil retuits y casi 7,mil seiscientos favoritos alcanzados. El texto dice básicamente quién es: Hola, soy chespirito. Tengo 82 años y ésta es la primera vez que tuiteo. Estoy debutando, ¡Síganme los buenos!
La frase enmarcada con signos de exclamación es, si me permite decirlo, LA FRASE para atraer comunidad y generar engagement. Es cierto que era parte infaltable del speech de uno de los personajes de Gómez Bolaños, me refiero al Chapulín Colorado, sin embargo, al trasladarlo hacia el lenguaje de la comunidad tuitera, el simple hecho de leer “síganme” tiene fuerza al entonarlo como su alter ego (no se hagan, alguna vez lo han escuchado). Además de tener en cuenta que mucha, sí, muchísima gente no tardara en seguirlo, lo cual lo convierte (convirtió) en influenciador.
Después apareció en la escena el Papa Francisco; quien diera más fuerza a la teoría de que “D10S es argentino”. Lanzó su primer tuit allá por marzo del 2013, cuyo texto es de agradecimiento por los rezos dedicados a su persona: Queridos amigos, os doy las gracias de corazón y os ruego que sigáis rezando por mí. Papa Francisco. Este mensaje (totalmente acorde a la personalidad que debe tener la cuenta del pontífice) obtuvo la nada despreciable cantidad de 20,266 retuits y 7,068 favoritos, lo cual es entendible por su envestidura y la cantidad de católicos en el mundo y las redes sociales (aunque después de dar RT mienten madres o compartan pornografía).
Por último la cuasi eterna Reina Isabel II de Inglaterra, hizo su entrada triunfal al mundo de las relaciones virtuales apenas este año, logrando con el texto: Es un placer abrir la exhibición de la Era de la Información hoy en el @ScienceMuseum y espero que la gente disfrute visitarla. Elizabeth R. 19,806 retuits y 18,703 favoritos. Estos números hablan más de lo que representa la monarca británica que la profundidad del mensaje.
A diferencia de los tuits de Chespirito y el Papa Francisco que contienen una carga emotiva considerable, el de Isabel II es una publicación que pudo salir de cualquier agencia de comunicación digital y no tener ni la décima parte de impacto que generó la reina (a pesar de haberlo hecho en inglés).
El dato curioso es que la edad promedio de los usuarios de Twitter oscila entre los 24 y 30 años de edad, sin embargo, las figuras que cito rebasan no sólo el tercer piso, sino que casi llegan a la azotea. El más joven es el Papa Francisco, quien actualmente cuenta con 77 años de edad, le sigue (siguió) Roberto Gómez Bolaños con 82 y la reina Isabel II tiene la nada despreciable edad de 88 años.
Otro dato (de hecho es el dato que realmente importa) que arroja el análisis que da origen a estas engorrosas líneas, es el peso del sentimiento que transmite una publicación en redes sociales y, por otra parte, la influencia que tienen los títulos nobiliarios hoy en día (tal vez sea un por qué del origen de los “mirreyes”). Mientras que Roberto Gómez Bolaños y el Papa Francisco –ambos latinoamericanos- apostaron por la “picardía mexicana” y la calidez parroquial para obtener impacto y obviamente generación de comunidad, Isabel II confió plenamente en su envestidura, su historia (que bien podría ser la historia humana contemporánea) además de ser considerada como un canal más (obvio con toque monárquico) de difusión cultural.
Los datos que proporcioné son un tanto engañosos, ya que para Roberto Gómez Bolaños, que tenía buen posicionamiento en prácticamente toda Latinoamérica, y el máximo Pontífice que tiene un alcance internacional bastante importante, obtuvieron estadísticas muy similares, mientras Isabel II, tuiteando “con el librito” y con una limitante de idioma, logró números relevantes en cuanto amplificación y aplauso, lo cual nos hace pensar nuevamente en que no hay reglas escritas para ser importante dentro de las redes sociales, lo que funciona, es sin duda el conocimiento pleno de lo qué eres o vendes, además de saber a qué tipo de gente quieres y puedes llegar.
Mientras esperamos que llegue quien descubra el hilo negro, o bien ponemos manos a la obra en analizar nuestro producto/ servicio y mercado/público, nos mantenemos online.